Sólo con el título seguro que ya hay gente a favor o en
contra, pero como en todo hay que leer hasta el final. Los políticos
representan la soberanía popular a través de los sobres, (Bárcenas tu no sales aquí),
donde se deposita el voto. Si de economía, de política económica hablamos, ha
de ser lo mismo. Unos señores que se hacen llamar políticos dicen que van a
hacer, cuáles son sus intenciones, eso que se llama programa. Los sufridos
votantes, dueños y señores de la soberanía que la cámara del congreso no
ostenta, sino que representa, eligen
que política económica quieren que se realice, por mayoría, o no, en su país,
su territorio, y aquí es muy importante esas dos letras, su.
Y si de
política económica hablamos, un país, un gobierno, tiene dos opciones, la política
monetaria y la política fiscal.
La política monetaria, en pocas palabras, consistente en
modificar tipos de interés y cantidad de dinero en circulación afectando a la demanda
y oferta del mercado y a la inflación. Los países utilizaban, algunos, como
EEUU a través de la FED aún lo hace, esta herramienta en función de los intereses
económicos, variables en el tiempo. Pero somos europeos.
Le hemos dado la
exclusiva de la política monetaria al Banco Central Europeo. Son ellos los que
han de aplicar la política monetaria…para toda Europa. Puede que lo que sea
interesante para Holanda no lo sea para Italia, pero no hay opción de dos
actuaciones diferenciadas. Ni tan siquiera se han establecido mecanismos de “compensación”
ante tales casos.
Además el BCE está formado por señores que son ajenos a la
política consagrándose la independencia de cualquier poder político en Europa.
No han de obedecer a los políticos elegidos por la soberanía popular. Por ley
se establece que la única misión del BCE es el mantenimiento de la estabilidad los
precios, de la inflación. Así se elimina cualquier atisbo de acción directa en
la economía, alterando oferta y demanda. Primero porque es un organismo ajeno a
los representantes políticos, ajeno pues al pueblo, ajeno a los dueños y
señores de la soberanía.
Por otra parte se elimina institucionalmente las
acciones directas en la economía y se crea un organismo que tiene como única
misión la estabilidad de precios, que todo siga igual, para que el mercado no
se distorsione y la economía pueda seguir su curso sin interferencias. Se crea
por ley una estrategia ideológica neoliberal. Se anula cualquier otro tipo de
posibilidad de actuación. La FED de Estados Unidos no hubiese podido actuar
como ha actuado en esta crisis mundial si hubiese tenido el mandato único y
exclusivo de mantenimiento de precios. Y de golpe, una de las dos armas que
tiene cualquier nación para actuar en la economía pasa a ser embargada por un
organismo ajeno a la soberanía popular. Es decir, en política monetaria ningún partido nos representa, ya que pensemos lo que
pensemos hemos cedido nuestra soberanía en política económica a unos señores
para que hagan lo que les parezca. Y les parece que no hay otra opción que
hacer lo que hacen. Y no pueden hacer otra cosa porque la ley lo prohíbe expresamente.
Y como si de un trilero se tratara, hemos votado libremente nuestro
sometimiento, tanto de acción, como de ideología, ya que hemos instaurado por
ley una corriente ideológica económica.
Renunciamos a pensar de forma
alternativa. Votamos y celebramos nuestra esclavitud a un poder superior.
Pero bueno, siempre nos quedará la política fiscal. O no.
La
política fiscal consiste simplemente en recoger ingresos vía impuestos y
gastarlos. El cómo, cuando y donde se recaudan y el cómo, cuando y donde se
gastan, es lo que configura la política fiscal. La recaudación puede descansar,
proporcionalmente hablando, más sobre las capas acomodadas de la población, con
lo que se crea un efecto redistributivo de la renta al cargar más a quien más
tiene.
El gasto puede ser en aeropuertos o en universidades, en polideportivos
de 10.000 localidades en pueblos de 5.000 o en investigación y desarrollo. En
pagar profesores y médicos o en contratar el asesor externo de la secretaria
del adjunto al director general del vicepresidente de alguna empresa pública,
adscrita al ministerio de lo que sea, o en contratar a todos ellos.
Evidentemente depende de a quien le quites, cuanto le quites y como le quites
estas estableciendo una estructura que favorece o perjudica a alguien. Depende
de en que gastes el dinero estás beneficiando o perjudicando a alguien. Los
recursos son escasos y depende de cuáles sean tus intereses has de gastar el
dinero. Así los partidos se presentan a unas elecciones diciendo si van a subir
o bajar los impuestos y en que se lo van a gastar. Y también cuando se lo van a
gastar. Así si la economía está en depresión el estado puede gastar más en I+D
para cambiar el modelo económico y añadir valor a la producción, o crear infraestructuras
necesarias para que el comercio y la industria vean facilitada su salida empresarial,
o bajar impuestos para que las empresas tengan un respiro en este tiempo….la
lista es inmensa.
A esto se le llama políticas keynnesianas. Pero para ello
hace falta planificación a largo plazo. Si se gasta en periodo de crisis desde
el estado es para recuperarlo en épocas de bonanza. Al servicio de eso que
llamamos pueblo, que incluye al panadero y al señor Botín. Pero firmamos un
acuerdo que nos impide endeudarnos en épocas de crisis. En épocas de bonanza
los políticos hicieron, con gran y descarada complacencia de los votantes, de
su capa un sayo. Gastaron en nimiedades faraónicas y grandilocuentes
estupideces. Aún así no era exagerado el déficit español, tal era el poder de
la burbuja inmobiliaria. Los bancos creen que dar hipotecas no es ningún riesgo
porque las viviendas suben un 14% anual y se venden todas. Corre el dinero. Con
una chapa de cocacola como aval te dan dinero para comprar la casa, el viaje de
novios un coche nuevo y un regalito para la suegra. Y como a quien le ponen el
dinero delante se le oscurecen los laterales, aceptamos alegremente.
Los bancos
dieron dinero muy por encima de lo que el país era capaz de generar. En el país,
de forma global, no se generaba suficiente valor anual para pagar todos los
créditos concedidos. En España se pensó que el negocio era tan bueno que se
pidió dinero afuera para poder prestarlo dentro. Aquí no había suficiente
dinero para la cantidad que se deseaba prestar. Empiezan a caer las
expectativas y a imponerse la realidad. Los despidos aceleran la incapacidad
global de devolver créditos. Los bancos empiezan a comprender que no tienen el
dinero que prestaron, y que tienen que devolver. Necesitan liquidez ya que sólo
tienen casas que encima valen un 20% menos del dinero que dieron por ellas. El
estado acude al rescate. Se rescata con dinero público una empresa privada. El
estado hace de aval, pide prestado para dárselo a los bancos. El estado paga,
los ciudadanos pagan. Y mucho.
Los recursos son escasos, ha que decidir donde
gastar. Y una cosa es prioritaria. Hay que devolver el dinero que el estado
pidió para la banca, con sus correspondientes intereses. Además el sistema
recaudatorio cae en picado cuando las empresas empiezan a caer, los despidos
empiezan a generalizarse, un despido es un ingreso menos para el estado, un
ingreso menos para la tienda de la esquina, y empieza el efecto dominó. Todo
ello hace subir la deuda pública española hasta el 83,5% del PIB, hay que hacer
recortes, es prioritario pagar a los deudores, antes que la sanidad, la
educación, la dependencia…................... la prioridad es la que es.
Así que vamos a intentar
sacar dinero de donde sea. Como lo necesitamos rápido hacemos lo fácil, subimos
el IVA, que es un impuesto indirecto fácil de recaudar. Amnistiamos
fiscalmente, con generoso lametazo donde la espalda acaba si hace falta. Subimos
impuestos especiales, subimos tasas, creamos nuevas, recortamos gasto,
recortamos sanidad, recortamos educación, becas, dependencia, sueldos,
libertades, derechos. No se recorta la paga extra de la casa real ni los
asesores externos. En casos como en Baleares, incluso se les sube el sueldo (un
26%) en plena crisis. Y los votantes ven como aquí no pintan nada, no deciden
nada. No se puede hacer otra cosa. Hay que devolver los créditos, es
imperativo. Es obligatorio, y mientras necesitamos dinero que no nos llega con
lo interno, pedimos dinero y nos ponen condiciones. Privatizar, liberar,
modificar leyes, y todo se acepta mientras el pueblo soberano mira cómo va
cambiando todo a su alrededor sin poder hacer nada. El PP gana las elecciones
con un programa que se ha encargado, con precisión alemana, de incumplir punto
por punto.
Así que la soberanía popular quería una cosa y el partido que
representa esa soberanía ha hecho lo contrario. Nos quedamos sin opción
económica, ni fiscal ni monetaria. Estamos intervenidos. Nuestra opinión no
cuenta. Así que no, no nos representan.
Los recortes se hicieron para pagar los desmanes de la economía
privada, o la mala gestión, o las erróneas perspectivas. Los ciudadanos, la mayoría
sin comerlo ni beberlo, se ven afectados, no para bien. Pero del causante de todo esto nada se sabe, es difuso, sobre él/ellos
no pende una tijera para cortar la cabeza. Dentro de unos años, cuando todo
haya pasado, cuando hayamos recogido, enterrado y olvidado a los muertos por el
camino, podremos ver como se echan unas risas en los consejos de administración
de alguna eléctrica, gasista o empresa de telefonía y alegres brindarán con
champan, servido por un eficiente licenciado en químicas que decidió no emigrar.