sábado, 1 de junio de 2013

SOLO LÓGICA




Rescato una entrevista aJulio Anguita, en 1995, con Manuel Campo Vidal, hablando de algo que siempre me ha parecido lógico por evidente. 

Esto se dijo en 1995, pero no se lleven a engaño quienes quieran ver en esto una deificación del señor Anguita. Realmente, en estos tiempos, 1995, hace 18 años, no era solo este señor el que se refería a esto. Eran muchos los que lo decían, incluso en las aulas de economía de alguna que otra facultad. Ese discurso, el de hace hoy 18 años, es el que se oye ahora en telediarios, insisto, 18 años después.

Lo que me lleva a dos reflexiones.

La primera es que es esa época se empezaba a salir de una profunda crisis económica, la del 93, y la gente no estaba para malas noticias. La economía, pese a que algunos se empeñen en presentarlo de otra forma, no es una ciencia matemática. 2+2 no siempre son 4. Esto se debe a que es una ciencia social, donde hay un peso considerable del comportamiento humano, y este no siempre es lógico o esperado, siempre hay un punto de visceralidad inherente al ser humano.

La gente venía de pasarlo mal y lo que quería era disfrutar las mieles de la recuperación, respirar, gastar, vivir. Nadie quería ver las nubes en el horizonte. Nadie pensaba siquiera en prepararse para una tormenta. De hecho, Europa era vista como una balsa contra las tormentas, lo que iba a garantizar definitivamente una estabilidad económica. Los días de vino y rosas estaban a la vuelta de la esquina, y señores como Anguita (ya digo que no era el único), solo eran cenizos que no dejaban disfrutar ni del vino ni de las rosas.

Nadie vio nada raro en una integración a medias. ¿Qué hay de raro o malo ponerle a una mobylette un motor de una ducatti 500?. Así que se hizo. Le pusimos el motor, pusimos gasolina al cambiar la moneda y a correr. Y mientras todo fue bien no hubo problemas. Íbamos en línea recta y sin obstáculos, a 180 km/h con la mobylette, y sin despeinarnos. Todo perfecto. Los agoreros se equivocaron.

El problema es cuando viene la curva y hay que reducir velocidad. De repente nos damos cuenta del error de una integración a medias. Los frenos siguen siendo los de la mobylette, pero hemos cortado el cable del freno delantero (ya no tenemos política monetaria) y sólo nos queda el trasero, que frena, pero menos ( la política fiscal).

Pero resulta que el freno estaba pensado y preparado para la potencia del motor original, y aquello no frena. La solución que dan los mecánicos es, al llegar a la curva, intentar tumbar más la moto para cogerla (es decir, recortes a la desesperada, no solo en el gasto público, sino en la estructura misma de los servicios estatales, modificando cuanto se presta y a quien se presta). Pero si tumbamos más la moto nos vamos al suelo, y entonces maldecimos el día en que no cambiamos también los frenos a la moto, el día que no hicimos la integración total, el día en que no se establecieron mecanismos fiscales de solidaridad entre países.
Hay un grupo de economistas que optan por volver a la mobylette antigua, salir del euro, a esa moto pequeña que manejamos bien.

Hay otro grupo que dice que no, que intentemos aguantar en la moto como sea, que una vez pasada la curva volveremos a tirar como locos.
Y la sociedad empieza a tener un miedo fundamentado y mira de reojo el asfalto diciendo virgencita que me quede como estoy.
¿Qué pasará?, ¿seguiremos en Europa y descarrilará, pasaremos la curva después de los apuros, cambiaremos de moto?, y si pasamos, ¿cómo quedará nuestro cuerpo de tanto roce con el asfalto de tanto tumbar?. Y aunque pasemos la curva: ¿Habrá valido la pena el intento? ¿Qué pasará en la siguiente curva?

Los economistas y políticos contestan a estas preguntas sin ningún tipo de dudas, tanto los de un lado como los del otro, pero en el fondo no lo saben, porque, básicamente, no son adivinos. Se lo juegan todo a una carta, y cuando digo todo me refiero a las personas que están encima de la moto, por una simple creencia.

La segunda reflexión es que esto pasó hace 18 años. Pero los políticos tienen un horizonte temporal de 4, las próximas elecciones. Podría apostarme sin temor a equivocarme, que los dos últimos años, más o menos, del PP se regirán por una política y lenguaje totalmente distinto. Abrazarán el keynesianismo con voraz apetito, se intervendrá directamente en la economía, aún a costa del sacrosanto déficit, se bajarán los impuestos….. porque es lo que interesa para ganar las próximas elecciones, y eso no se hace con un paro del 28%.

De Anguita me gustaban unas cosas y estaba en desacuerdo con muchas otras, como de casi todos. Pero siempre admiré a ese hombre. Nunca pensó con un horizonte temporal de 4 años, como los miembros de su propio partido se encargaron de afearle. Tenía unas ideas firmes, que jamás ocultó, fue consecuente con ellas, incluso en su vida personal, no sacó provecho personal de la política más allá del legítimo, y a veces ni eso ya que renunció a la pensión vitalicia. Nadie, ni sus mayores enemigos, podrá negarle una cosa, fue consecuente con lo que pensaba, miró a España hacia el futuro y no hacia los próximos 4 años y dejó que los votantes dejasen que expresasen su acuerdo o desacuerdo con sus ideas, que es más de lo que se puede decir de muchos políticos de hoy, incluidos los cientos de imputados, los de los eres, itvs y los que cobran indemnizaciones en diferido como una especie de….como una simulaci…como lo que antes era, efectivamente, una ……retribución

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